Hotel Mas de la Serra

Hemos pasado en el hotel Mas de la Serra unos días tranquilos, disfrutando del silencio y del paisaje, cerca de todos los hermosos pueblos que conforman la comarca de Matarraña (Vallderrobres, La Fresneda, Beceite, Cretas, Calaceite, etc), todos de hermosa arquitectura y mejor gastronomía. Matarraña no tiene nada que envidiar a los hermosos paisajes rurales de la Toscana. Luis, el director del hotel, siempre cercano y atento, nos brindó un entorno de conversación humana. Su mujer, una excelente cocinera, también nos hizo disfrutar.

Paraje espectacular pero hay varios peros: 5 km de camino por una pista forestal sin asfaltar por el monte para llegar con el coche al hotel, con un coche normal impracticable, afortunadamente fui con un todoterreno pero sino ni lo pienses, no es posible ( no lo avisa la web, tampoco al reservar), nos lo dijeron dos días antes. Habitaciones sin línea fija de teléfono. Sin nevera en la habitación. Sin aire acondicionado. La piscina de los dos días, uno de ellos no se podía usar, por tener agua nueva y estar controlando ph. El último día tenemos que dejar la habitación a las 11, pedimos usar las duchas y la piscina un poco más para ya salir de viaje y se niegan. El desayuno es simplemente correcto. Nada autóctono que identifique el alojamiento con el lugar donde se encuentra. Es una casa cuyo dueño (de habla inglesa) no está nunca, y está llevada por personal sin aparente cualificación hostelera y muy escaso conocimiento del lugar.

No es lo que parece en las fotos y en la web. Para llegar hasta el hotel, camino de tierra, piedras y baches pronunciados, impracticable con vehículo normal. Teóricamente con servicio de cena que algunos días se ofrece y otros no, de forma completamente aleatoria. Desayuno correcto. Piscina inutilizable en uno de los fines de semana más calurosos del verano. Habitación sin armario, sin línea fija de teléfono. En nuestro caso, el responsable del alojamiento estuvo ausente y no nos prestó ninguna atención hasta el último día a la hora de hacer el check out que fue cuando le conocimos…ninguna indicación ni recomendación de nada.

Es un lugar extraordinario, para disfrutar del silencio y la naturaleza. Acogedor, bien cuidado y situado en un enclave privilegiado. Es un lugar de ensueño para los que valoramos la tranquilidad y la naturaleza.

El alojamiento está ubicado en plena naturaleza aislado completamente, a 4km del pueblo Fuentespalda. Se llega por un camino forestal, que dependiendo del tramo está en malas condiciones, por lo que hay que ir con cuidado y más si tienes un coche bajito. En el alojamiento va incluido el desayuno, en el que puedes elegir entre: tostadas, mermelada, mantequilla, jamón y queso, tomate rallado natural, zumo de naranja, café con leche, fruta natural, cereales, yogur y magdalenas. Ofrecen servicio de cena con un menú cerrado de 35€/ persona. Es una pena que solo ofrezcan esta opción. Tanto el dueño como Luis, son muy amables. A mi parecer la limpieza es mejorable. También deberían usar algún método contra las moscas pequeñitas porque hay bastantes dentro del hotel. Además como propuesta de mejora, tener envases de higiene fijos y rellenables para ser más sostenibles. Resaltar que es un lugar ideal para desconectar y disfrutar de la naturaleza. Hay unas vistas espectaculares.

Buscábamos un lugar con encanto, tranquilo, con piscina, dónde juntarnos 13 amigos, para celebrar los cumpleaños de 8 de nosotros. Al buscar en un buscador "hotel con encanto y piscina Aragón", nos salió éste el primero de muchos, y solo con la ubicación y las fotos nos cautivó. Ofrecen la alternativa de coger todo el hotel, a modo de casa rural, pero finalmente reservamos por habitaciones. En todo momento, las conversaciones con Luis fueron muy fluidas y nos solventó todas nuestras dudas. Es cierto que el acceso al hotel es complicado por el camino con tramos sin asfaltar, pero vamos, totalmente accesible con vehículo normal. El hotel es muy bonito, rehabilitado y decorado con muchísimo estilo y sencillez. Las habitaciones muy grandes con camas muy cómodas y casi todas con vistas. Contratamos las dos cenas allí, ya que no nos apetecía mucho salir, todo excelente, el único pero era que teníamos que comer todos lo mismo, teniendo en cuenta que todo lo cocina Jennie, la esposa del encargado, se entiende perfectamente. Servicio de comida no hay, pero nos permitieron utilizar la cocina para preparar platos frías que habíamos traído. El desayuno correcto y a la hora pactada. Luis estuvo en todo momento muy pendiente de nosotros, cerca, pero sin entrometerse. Nos preparó la piscina y la hot tub de las que disfrutamos muchísimo. También nos permitió utilizar un telescopio que tienen allí y ¡pudimos ver hasta Saturno!. Luis nos preparó unos pisco sour y nos explicó toda la historia de la construcción del hotel, llegando incluso a emocionarnos con la pasión que lo cuenta. En definitiva, ha sido un fin de semana estupendo. La piscina preciosa con unas vistas de ensueño. Un lugar para volver. Gracias por todo, Luis.

Estuvimos en este hotel rural el pasado otoño y pensé al momento en escribir sobre los maravillosos días y la maravillosa experiencia que vivimos allí gracias tanto a la belleza del lugar, como al especial encanto del hotel, al trato tan exquisito, atento, amable y agradable de Luis y a la esquisita cocina de Jennie, su mujer. Hoy al revisar las fotos de este otoño he vuelto a recordar ese fantástico puente y, aunque el día a día me ha ido comiendo el tiempo, no quería dejar de escribir mi opinión. Recomiendo vivamente y sinceramente este fantástico hotel rural desde el que se tiene acceso a los más preciosos lugares de esta maravillosa y, hasta ese momento para nosotros desconocida comarca de la Matarraña, la Toscana española. El hotel está gestionado con muchísimo mimo y las mejores atenciones por Luis, encantador, y su mujer, Jennie, maravillosa cocinera y las vistas desde el mismo quitan el hipo. Es un poco complicado llegar, tienes que tener un coche con buenas ruedas y altura pero merece totalmente la pena. Además, Luis nos contó la historia del hotel, superinteresante, y se ve que lo hace con orgullo, porque lo hizo con mucha pasión. Se estaba tan a gusto allí a la vuelta de nuestras excursiones, al calorcito de la chimenea, tomando una copa tranquilamente mi marido y yo, mientras leíamos o charlábamos con mis hijos adolescentes, que decidimos cenar allí todas las noches, y Jennie no nos defraudó con su cocina, lástima que no den comidas, pero también es cierto que la hora de la comida nos pillaba siempre de excursión (¡hay tanto que ver!) y que Luis nos recomendó muy acertadamente varios sitios para comer dependiendo de la excursión de cada día. Así que, si os decidís por visitar la Matarraña (que también os digo, no os podéis perder), no dudéis en llamar a Luis y alojaros en Mas de la Serra. No os arrepentiréis!!!!