Hotel Plazuela de San Agustín

la habitacion poco aseo el baño muy relugar el aseo las tolls muy viejas el labamanos se sale el agua

Muy baja utilización por lo que no se cuenta con el servicio mínimo necesario para la operación. Buenas instalaciones pero la habitación que nos asignaron estaba sin mantenimiento.

Pagué 420 dólares por noche en un hotel que tiene limitantes serias en cuanto a infraestructura. Las puertas son antiguas y se cierran con un candado escolar. La habitación duplex da a la calle y no tiene control de ruido. Me desperté a las 5 am cuando pasó el primer camión y me dormí a las 11:30 pm cuando acabaron un partido de basketball en la calle. Tuvimos que dormir la segunda noche en una habitación de menor valor pero silenciosa, pero el hotel no tiene un sistema de servicio al cliente. Las niñas del servicio son muy queridas pero no tienen entrenamiento profesional hotelero. Todo lo tienen que preguntar via chat al dueño. La casa es bonita pero funciona como si fuera una finca alquilada. Pienso que la relación precio/oferta es muy mala. Definitivamente hay mejores opciones a menor precio. No lo recomiendo.

He ido varias veces al hotel y pienso seguir haciéndolo. El servicio, la comida y las habitaciones son excelentes. El ambiente es lo mejor: las noches frente a la chimenea o los días en la terraza, son inolvidables. Lo recomiendo ampliamente para hacer de la estadía en VdL una experiencia memorable!

Mi estancia con mi pareja durante dos semanas la califico de excepcional, una experiencia única en un ambiente colonial español romántico, inigualable e inolvidable. Sin duda el mejor hotel de mi estancia en Colombia. Ir a Villa de Leyva y no hospedarse en sus magníficas instalaciones significa no haber experimentado el carácter colonial y romántico clásico en su máximo esplendor. Adentrarse en sus instalaciones es como volver siglos atrás, vivir una época ancestral en unas comodidades y servicios contemporáneos de alta calidad. La decoración y ambiente cuidado de las habitaciones al mínimo detalle es digno de alabar. No os perdáis el tour que os ofrece los dueños, contando la historia del hotel y los detalles de la cuidada reforma y restauración al estilo colonial realizada por ellos mismos, al igual que la oportunidad de pasear por su patio floral, balcones coloniales, leer un buen libro en la antigua biblioteca de un antropólogo reconocido o enfrente de la chimenea del salón restaurante. El servicio es magnífico, y todo pensado al mínimo detalle; desde el desayuno/brunch excepcional y nutrido, difícil de olvidar, a las sorpresas en la cesta de panes y postre diarios, al igual que los pequeños regalos como dulces y chocolates locales dispuestos elegantemente en la cama después del segundo servicio del equipo de bienestar al atardecer. Todo el personal es superamable y muy servicial. Ideal para escapadas de pareja, vacaciones familiares y eventos.